13 jul 2012

Reportaje en "SIGNO"

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Reportaje  para el suplemento de cultura Signo del diario El Día
Julio de 2012



- ¿Qué definición se ajusta más a tu concepción del arte?

- Pienso que el arte es el lenguaje que ha encontrado el hombre para dialogar con el mundo, una forma de nombrar la realidad más allá de su objetividad, sin el arte el mundo se convertiría en una experiencia impenetrable y en consecuencia insoportable. En cuanto a la pintura en particular, creo que es al mismo tiempo el lenguaje visual más elemental y sofisticado que se pueda concebir, en tanto se debate con la realidad desarrolla su razón de ser, su propia lógica y hasta su propia gramática; pero los pintores no solo debatimos o dialogamos con la realidad sino también con otros pintores, o mejor dicho, con la pintura de otros pintores, así es como se pueden construir tantas variantes de un mismo lenguaje, eso que se llama tradición, en realidad es una especie de rio discursivo en el que hay que aprender a hablar para sobrevivir.

- Has incursionado en distintas técnicas ¿ha sido un modo de adquirir destreza, un desafío a la voluntad o una búsqueda mucho más íntima? En éste último caso, ¿cuál?

- Creo que la respuesta está en lo dicho anteriormente, en eso de aprender a hablar para sobrevivir, por un lado siempre me interesó contar con la herramienta técnica para desarrollar mi lenguaje, pero también durante periodos claves de mi vida me permitió sobrevivir literalmente; como sea, la cuestión técnica vino del interés que tuve durante mi adolescencia por artistas como Velázquez o Vermeer, tipos a los que por supuesto no alcanzaría ni viviendo diez vidas, pero que al menos te hacen tomar conciencia del alcance y la profundidad del hecho pictórico. Después uno se lanza a su propia experiencia, ahí las técnicas van y vienen según la dinámica de esa búsqueda.

- ¿A quién admiras mucho y porqué?

- He admirado a muchos artistas, en una primera etapa fueron Egon Schielle y Carlos Alonso, después me interesaron Francis Bacon y Lucian Freud, pero desde hace unos años mi mirada se posó sobre la obra de Ronald Kitaj, el responsable de que existiera la llamada Escuela de Londres, creo que me interesa porque a diferencia de Freud o Bacon que son pintores que te arrastran a su discurso, Kitaj abre puertas, oxigena, te muestra por donde crecer, demuestra que se puede dialogar con Degas por ejemplo, o con Matisse o con Chagall sin desbarrancar, Kitaj te permite pensar tu propia pintura, te libera.

- ¿Qué hecho en tu vida determinó que decidieras tratar los temas que tratás con tanta determinación? (las gordas, los cuerpos sin piel, la vejez).

- En realidad el interés por la figura humana viene de la influencia que ejercieron sobre mí los artistas que nombre antes, sobre todo Schielle y Bacon, lo de las mujeres gordas fue consecuencia de la búsqueda por una pincelada cada vez mas exacerbada, más brutal, Squirru me había escrito una nota titulada “Bravuras de pincel” (dicho sea de paso, de ahí sale “Bravuras” el titulo de mi próxima muestra), es decir que yo ya venía en esa búsqueda y necesité encarar cuerpos monumentales para desarrollar esa pincelada, para mí la pincelada es como la palabra que construye la frase. Supongo que la figura humana es mi tema central porque es lo que más me facilita transitar ciertas encarnaduras.


- ¿Recordás alguna anécdota en especial durante una de tus exposiciones?

- Bueno, una de las veces que expuse en el Centro Cultural Recoleta (no voy a decir fechas ni nombres para que nadie se ofenda) coincidió con una exposición muy importante en la sala Cronopios, con lo cual la mía pasó sin mucha pena ni gloria, nadie del Centro se me había acercado, ni siquiera el día de la inauguración, entonces la última semana, un crítico sacó una nota sobre mi muestra y no sobre la de Cronopios, el caso es que terminó mi muestra y cuando ya había cargado mis cuadros en un flete para irme, veo a la entonces directora del Centro Cultural que con la nota en mano se acerca al camión y me dice “¡muy buena tu muestra!”, la miré, le agradecí, me subí al flete y le dije al chofer “mas vale tarde que nunca”, y me volví a mi casa.



Reportaje realizado por Susana Lizzi


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